Oliva Rodríguez - UVI |
Por largo tiempo se fueron acumulando sin espacio fijo, siempre en
movimiento, girando, entrecruzándose insistentes.
María Rodríguez cantando vestida de sirena, la negra
Georgina que bailaba con un enorme pájaro de cartón en la cabeza, el
diablo Luis Hurtado, todo azabache con los ojos y la boca más rojos que la
sangre, las muñecas de trapo que vivían en las ventas del viejo mercado
del Manzanares en Cumaná.
Música, canto, danza y teatro callejero, humildad, religiosidad,
color y alegría, todo en movimiento, llenaban mi memoria.
Imitando con tela lo que mis hijas Panchi y Pini hacían
con pegaditos de papel de seda, nacieron mis primeras muñecas, que con
fuerza me llevaron a seguir, y así nacieron bordados los pueblos de
tela, plazas, calles empedradas, casas de balcones, matas, cielos,
jardines y gente que vivía las costumbres.
Esas tradiciones son las que me nutren: Pastores con
sus remolinos de cintas, diabladas, saragozas, zangueos, sanbenitos,
sanjuancitos, locos, tamunangues, toros candela, cruces de mayo,
caballitos sanjuaneros.
Junto al vibrar y ser de esas tres etnias, tres
sangres, tres culturas que tan sabiamente combinan sus valores y
características que siempre renuevan en mí la emoción e identificación más
profunda.
UVI
Fábulas
para la ternura…
Le nacen de las manos. Le van saliendo poco a
poco de la tijera, del hilo y de la hebra, por la puntada una y otra vez
repetidas. Y como si ya supieran, estos muñecos de Uvi se van acomodando, se
van conociendo, se saludan o bien se palmotean, se cuentan cosas, se conversan
y empiezan a vivir.
Y no debe ser de otro modo, uno lo jura, cómo le
nacen los tapices a Uvi, porque todo es verdadero en ese prodigio que a ella se
le quedó afortunadamente prendido en la lana que lleva entre los dedos, y que
la hace inventar perspectivas, armar movimientos y usar el color con esa osadía
que otorgan sólo la niñez o la
inocencia.
Lanas, agujas, hilos y trapitos multicolores van
y vienen sobre la tela, y así crecen flores y ramajes, caminos y empedrados y
árboles y casas y puertas y balcones, y es como si renaciera la provincia en
primavera; y si los campanarios de sus iglesias sonaran, seguro es que nos
despertarían el sueño con sus dindones de ángelus.
Estos tapices de Uvi son como arrancados de sus
tareas escolares y estudiadas en la única academia de arte que ella tuvo: el
bordado campesino aprendido de niña. Y nos da bien su lección de tradición y
territorio: Recoge los espíritus de la tierra y el agua de la región guajira,
lanza la atarraya en el mar de oriente, sube a Los Andes y asiste al milagro
que transforma la piedra en templo, conoce los secretos de fabricar el casabe
que es el pan del pobre y del papelón que es el dulzor de la fatiga; los
logradores del plátano, el café, el maíz, la sal y el cacao le confían los
ritos sagrados de sus cosechas, por el llano escucha las tonadas del arreo, y
en Coro eleva los volantines que son como la bandera la patria de los niños;
reza y canta piadosa a la Cruz de Mayo,
rueda al fulgurante toro candela y enciende la pira que abrasará al Judas;
sanguea a San Juan, tamborea a San
Benito y cabalgando en caballitos de palo, recorre todo el territorio de la
maravilla que otorgan las tradiciones, las costumbres y los oficios del pueblo venezolano.
Y todo esto, porque a Uvi le está permitida la
fábula y la magia, como le está
permitida la luz, la sonrisa y la alegría, porque ella logra
desempolvarnos la infancia que se nos quedó por allá atrás, a medio dibujar, en
un cuaderno de ternuras.
Mariano
Díaz
contacto : marianuvi2009@hotmail.com
telefónos: 0412 0248753 / 0212 4121461
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"Los tapices de UVI" - libro digital
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