Juan Félix Sánchez nació el 16 de mayo de 1900 en San Rafael de Mucuchíes, el pueblo más alto del estado Mérida, ubicado en los Andes venezolanos. Fue hijo de Vicenta Sánchez y Benigno Sánchez; de su padre aprendió a reparar y construir objetos de carácter utilitario; su madre le enseño a rezar. Isaina Dávila lo instruyó sobre cómo tejer cobijas y ruanas y de un anciano indígena aprendió a relacionarse con las piedras.
Sánchez fue agricultor, arriero, pintor, mago, equilibrista, maromero, Presidente de la Junta Comunal de San Rafael, titiritero, payaso, juez, arquitecto, escultor, ingeniero empírico y narrador, entre otras cosas.
Participó en la reconstrucción de la iglesia de San Rafael de Mucuchíes, bajo la dirección del sacerdote Ángel Sánchez Alcántara y puso en funcionamiento una turbina para que su pueblo tuviese electricidad.
Además de arquitecto autodidacta fue un creativo tejedor de ruanas, cobijas y sombreros, un excepcional escultor y un audaz diseñador de muebles que rompían con parámetros tradicionales de la simetría y la comodidad.
Los que lo conocieron, dicen que fue un hombre que emanaba alegría y paz interior. A través de su vida expresó las posibilidades de desarrollo del ser humano, más allá de las limitaciones ajenas a su propio ser. Juan Félix Sánchez ofreció usar el terreno de su propiedad y se hizo miembro fundador de Medatia, en un afán de dejar un último legado para su pueblo.
Juan Félix llevó una vida "común", propia de su entorno, desarrollando una profunda sensibilidad por lo que lo rodeaba. Premio Nacional de Artes Plásticas, este artista utilizó la piedra y la madera y los transformó en verdaderos vehículos de expresión.
En su finca de El Potrero desarrolló todo su talento artístico. Fue allí en las montañas dónde floreció su creatividad y dónde logró gran inspiración. Construyó la plaza de su museo en las montañas páramo adentro. En este mismo lugar edificó una capilla en honor a la Virgen de Coromoto, hoy este lugar es de gran atractivo turístico. Como escultor fue reconocido como un verdadero artesano, su primer trabajo titulado Cristo - Virgen - Magdalena, grabado en mármol fue catalogado como una gran obra.
La Capilla del Filo de El Tisure, la Capilla de San Rafael de Mucuchíes, la casa de El Potrero, El Bohío y demás capillas pequeñas, sus murales (ya desaparecidos), sus tejidos hechos a telar de tres pedales, las tallas de El Calvario, los santos y las vírgenes, y su relación con los materiales que utilizó dan testimonio de su estética teocéntrica orientada a la naturaleza.
El 18 de abril de 1.997 murió en el Hospital Universitario de Los Andes a causa de una deficiencia cardiaca. Su legado sigue presente tanto en los Andes Venezolanos, como en el resto del país.
en "POR UN CIELO DE BARROS Y MADERAS " Mariano Diaz, 1984, Cerámica Carabobo
"LO ESPIRITUAL EN EL ARTE DE JUAN FÉLIX SÁNCHEZ"
CATÁLOGO DE LA EXPOSICIÓN
Museo de Arte Contémporaneo de Caracas - 1982
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JUAN FÉLIX SÁNCHEZ Y EL PAÍS QUE SE BORRÓ
MIREYA TABUAS
EL NACIONAL · DOMINGO 22 DE JULIO DE 2012 · SIETE DÍAS/1
Hay
que conocer a Juan Félix Sánchez. Eso se decía en la década de los
ochenta. Hay que ir a verlo a su casa del fin del mundo en el páramo,
caminar siete horas o montarse en burro, morirse de frío en la
madrugada andina, un frío que no mata ni el miche. Observarlo mientras
teje o talla, cómo escribe en su cuaderno de visitas (una marca de
inmortalidad). Sacarse una foto con él, junto a sus sillas de madera.
Otra foto más, con el fondo de montaña y frailejones. Tocar su obra en
ese espacio natural. Decir que uno comió las arepas de trigo de
Epifanía, su mujer.
Juan Félix Sánchez era la moda de esa
década. Juan Félix, Yordano, las hombreras, la telenovela cultural.
Un ícono para los caraqueños, que sentían que habían encontrado en él
algo propio en qué creer. Era él, como el Teatro Teresa Carreño o como
Carolina Herrera, luces parpadeantes de desarrollo en un país del
Tercer Mundo. Pero Sánchez iba más allá, era una suerte de eslabón
perdido, los orígenes de algo que sonaba grande: si en el páramo más
remoto había un genio de la arquitectura, el país no estaba perdido.
Hace
30 años, en julio de 1982, Juan Félix Sánchez, un hombre del páramo
nacido en 1900 en un pequeño pueblo merideño, un creador sin estudios
académicos, fue el primer y único artista popular que entró por la
puerta inmensa del Museo de Arte Contemporáneo de Caracas, otro de los
símbolos de una nación que se soñaba intelectual. Todos los espacios
del museo estuvieron dedicados a la obra de ese sencillísimo
campesino, que fue comparado con Gaudí.
El escritor y semiólogo Umberto Eco lo visitó en 1994 y, luego, escribió en la revista italiana L’Espresso:
"Juan Félix Sánchez no es un artesano, no es un artista, no es un
aficionado al bricolaje; es un asceta de la montaña, un visionario". El
artista popular —que nunca viajó al exterior— se internacionalizaba.
Fiebre de páramo.
Juan
Félix Sánchez nació el 16 de mayo de 1900, en San Rafael de Mucuchíes
y estudió en la escuela del pueblo. Trabajó como titiritero, maromero
y payaso, a la vez que hacía labores en la prefectura. Empezó a
tallar en 1935. Se trasladó a la soledad de El Tisure, un amplio
terreno que pertenecía a su familia, lejos de todo. Allí creó un telar
único, que le permitió elaborar cobijas con efectos cinéticos, que
innovaron el típico tejido andino. Allí también comenzó a construir su
enorme complejo arquitectónico, formado por tres capillas hechas
piedra sobre piedra, sin ningún tipo de cemento; una réplica de El
Calvario y el Santo Sepulcro y su propia plaza Bolívar. Esa obra era
su conexión con Dios. Más nada.
Hasta que —como el Nuevo
Mundo— fue descubierto. A fines de la década de los setenta llegó a
su casa una expedición liderada por el explorador Charles Brewer
Carías y el coleccionista Dennis Schmeichler, que buscaban tejedores
de cobijas. Llegaron sin imaginarse que realizarían tamaño hallazgo
cultural. A partir de ese momento, la fama se extendió gracias a un
libro y a un documental.
Y llegó el momento cumbre: la
exposición en el Museo de Arte Contemporáneo. Hubo que trasladar pieza
por pieza, en mula, desde El Tisure hasta la carretera y de allí en
vehículo a Caracas. A la imponente sala llegaron las tallas (el ladrón
bueno y malo en sus cruces, la Virgen, San Juan y otros, lo que no
permitió bajar de la montaña fueron los cristos). También estaban sus
cobijas. Al acto inaugural asistió el presidente de la república de
ese momento, Luis Herrera Campins, que declaró la obra patrimonio. A
Sánchez se le describió como revelación y genio.
Eduardo
Planchart, investigador del arte popular que ha escrito dos libros
sobre Sánchez, sostiene: "Por primera vez, un museo de esa calidad
exponía la obra de un artista popular. Nunca más ha habido una
exposición como esa en el país, marcó un hito". La prensa se abocó a
publicar la vida y obra del artista. Sánchez fue objeto de culto. Cien
personas o más llegaron a pernoctar en El Tisure los fines de semana.
Fiebre del páramo por la noche. El que no iba, no estaba en nada.
El arte de olvidar.
Pero
pronto, las noticias sobre Sánchez no serían tan alegres. Los diarios
empezaron a reportar informaciones sobre la mala situación en que se
hallaba el artista popular, los problemas de salud, la falta de
recursos. En 1985 la denuncia era que estaba casi ciego y abandonado.
El propio Sánchez dijo a El Nacional ese año: "Me prometieron
mucho, pero la realidad es otra, porque si bien he recibido
condecoraciones, con eso no resuelvo mis problemas". Aclara Planchart
que el tallista tenía posesiones. "Era un terrateniente al que no se le
notaba, tenía esa sencillez del campesino andino". También afirma que
no se movió en el mercado del arte: "Regalaba sus piezas, no se
interesó en comercializarlas".
Las quejas del artista en
la prensa también estaban dirigidas al gobierno regional, al que había
donado la casa de sus padres, con la idea de hacer allí una
institución cultural. Como no se hizo nada (incluso, él denunció que
allí se instaló una miniteca), pidió la devolución de la vivienda.
Terminó habitando un pequeño cuarto mientras se resolvía el problema
legal que lo indignaba. Seguían los reconocimientos: en 1987 ganó el
Premio Nacional Aquiles Nazoa; en 1989, el Premio Nacional de Artes
Plásticas. La salud mermaba. Los últimos años los pasó en San Rafael.
Ni siquiera pudo regresar a El Tisure, su adorado paraíso.
José Sant Roz, profesor de la Universidad de los Andes, escribió el libro La cultura como sepultura,
basado en todos los atropellos que, asegura, recibió el artista
popular. De acuerdo con Sant Roz, Sánchez comenzó a padecer a partir de
su fama. "Los políticos se disputaban su prestigio, empezaron a
interferir en su vida, había intelectuales que querían proyectarse a
través de sus virtudes". Planchart considera que muchas figuras de
renombre cultural sí se interesaron sinceramente por el arquitecto
ingenuo, pero otros se aprovecharon: "Había muchos intereses detrás de
él, era un mito viviente".
El Señor de El Tisure falleció
el 18 de abril de 1997. "Se murió en la más horrenda desolación",
sostiene Sant Roz. Luego, le hicieron grandes homenajes, pero no los
que quería. "Él quiso crear una escuela para artistas, nunca recibió
apoyo", añade.
En San Rafael de Mucuchíes está la última
capilla que construyó Sánchez. Es el atractivo turístico principal
(¿único?) del pueblo. La gente se para, se toma fotos, se va. Pocos se
enteran de que a varias horas de camino está la mayor obra del
creador: el complejo arquitectónico de El Tisure, sin vigilancia,
abandonado desde hace más de 15 años, como reportan los pocos que lo
visitan.
Planchart reclama que ninguna institución ha
asumido la protección de la obra. Hay una comuna Juan Félix Sánchez,
tienen su nombre un liceo, una escuela, un museo y pare de contar,
pero desaparece El Tisure, el legado para un país que se creyó
ilustrado.
"Yo
no hice esto por facha, ni para nada, sino ideas mías para
tener una obra aquí, porque uno por donde pasa debe, más
que sea, rastro dejar, una huella... Y cuando yo me muera
me voy a dir al sitio de los sueños, en donde sabré si los
sueños míos eran verdades..." - Juan Félix Sánchez
tomado de http://artedigital-ula.blogspot.com/2012/07/juan-felix-sanchez-y-el-pais-que-se.html
EL MAGO DE LA NIEBLA
Novela de Eduardo Planchart Licea sobre el gran artista y creador popular venezolano Juan Félix Sánchez. En homenaje a su memoria.
EL MAGO DE LA NIEBLA
Novela de Eduardo Planchart Licea sobre el gran artista y creador popular venezolano Juan Félix Sánchez. En homenaje a su memoria.
Documental realizado en 1988, Dirección: Carlos Lemoine, Eduardo Planchart Licea: Investigación, producción y guión; cámara fija: Maricarmen Carrillo.
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