entrevista a Laura Carrera, Directora del Museo Nacional de Arte Popular


Laura Carrera: El arte popular ha sido excluido de la historia del arte venezolano
Directora del Museo Nacional de Arte Popular
Nací en Caracas. Soy graduada de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Central de Venezuela. Mis padres son profesores universitarios en el área de las Letras y la Literatura. Ellos trabajaron durante muchos años en lo que era el antiguo Instituto Nacional de Folklore; de allí provino mi acercamiento hacia el ámbito de las tradiciones del pueblo venezolano, la conexión era muy fuerte desde que era una niña pues me llevaban a todas partes, conocí de todo. Ambos eran investigadores, obtenían mucha información y yo me empapaba de eso. En ese ambiente me moví desde pequeña. Luego estudié arquitectura, me gradué y trabajé mucho tiempo ejerciendo mi profesión. Cuando nombran a Francisco Sesto Novás Ministro de Cultura, él me llama para que apoye su gestión; eso fue hace como cuatro o cinco años. Comencé en el CONAC, en lo que era la Dirección de Artes Visuales y Museos, que estaba ubicada en la Torre Este de Parque Central, la torre quemada, y allí empiezo a reencontrarme con todo aquello que yo había visto del mundo. Fue un trabajo bien interesante, hicimos proyectos de todo tipo y empecé a relacionarme mucho con los propios artistas. Luego cierra el CONAC y yo me vengo al IARTES donde también tengo mucha relación con los artistas y creadores, y posteriormente surge la creación de los museos: el de cine, de fotografía, de historia, el de la diversidad cultural -que ahora será el Museo Nacional de las Culturas-, el de ciencia y tecnología, el de la palabra y el de arte popular. Entonces me llaman a mí para coordinar este proyecto de creación del Museo, cosa que ha sido absolutamente maravillosa y he disfrutado mucho. El arte popular es una estética con la que yo dialogo con facilidad. Es poco conocido en el país, ha sido un arte totalmente excluido de la historia del arte venezolano, de los museos y de todos lados. Por eso aspiramos a que el pueblo venezolano se reencuentre con esa estética, con esas expresiones. Yo creo que no va a ser tan difícil porque nosotros nos podemos reconocer mucho más en estas formas expresivas que en otras artes que requieren un poco más de estudio o, digamos, otro tipo de referencias para comprender sus orígenes y sus razones de ser.
A.O: Cuéntame un poco acerca de las circunstancias entorno a la creación de Museo de Arte Popular. Sabemos que pertenece a la Fundación de Museos Nacionales y que nació en 2006; háblame de los elementos, las razones y las necesidades tomados en consideración para su creación.
L.C: La creación del Museo fue en agosto de 2006, este año cumple tres años desde su nacimiento. Desde entonces el Museo de Arte Popular está adscrito a la Fundación de Museos Nacionales, a la cual estaban adscritos todos los demás museos creados en ese momento. Luego, por diversas razones, varios de ellos emigraron a distintas plataformas. El Museo de Cine a la Plataforma de Cine, el de la Palabra a la Plataforma de las Letras, el de Historia y el Museo Nacional de las Culturas a Diversidad Cultural, y así. Pero el de Arte Popular queda en la Fundación. Ya tenemos listo desde hace bastante tiempo el proyecto teórico y hemos logrado armar la cuarta colección más importante de la Fundación de Museos Nacionales. Es bien importante tener en cuenta que para ser un museo que aún no ha sido inaugurado ya suma la cuarta colección, es decir, que entre las colecciones que están por encima de ésta y que son un poco más grandes, se encuentran: la colección del Museo de Arte Contemporáneo, la del Museo de Bellas Artes y la de la Galería de Arte Nacional.
El equipo que conforma el Museo de Arte Popular realmente es muy pequeño, somos cinco personas, es así de duro en ese sentido. La verdad no resulta fácil levantar una institución desde cero y más aún recibiendo tantas críticas negativas venidas de otros medios artísticos.
A.O: ¿Se ha cuestionado la necesidad de crear un museo que muestre las diversas manifestaciones del arte popular? ¿Cuáles han sido los contratiempos?
L.C: Sí, muchos dicen que esto es arte menor, que para qué necesita un museo, que no es arte de academia, es decir, ha habido esa reticencia a pesar de que el Ministerio lo crea y lo apoya. El Ministerio no ha dudado de su creación pero en el mundo de las bellas artes se han generado algunas dudas. Sin embargo, esta situación no ha impedido se siga desarrollando porque los que estamos en este proyecto creemos en él con el alma. Yo creo en este proyecto profundamente. Dentro del equipo está Omar Orozco quien ejerce de subdirector, pero somos tan pocos que al final todo el mundo termina haciendo de todo. Cada uno, supuestamente, está adscrito a un ámbito pero cuando hay tan poca gente todos hacemos de todo. Se nos ha puesto un poco difícil por esta razón. Ahora estamos necesitando a alguien de registro pero ya tenemos la persona que ocupará ese cargo. Seremos un pequeño equipo por un tiempo, hemos tenido que ajustarnos a la crisis general, de hecho hoy publicaron un recorte en Cultura, veremos qué incidencias tiene en esto. A mí personalmente me emociona mucho tener un proyecto que necesita consolidarse pronto porque sabemos que vamos por muy buen camino, hemos tenido mucho apoyo, tenemos una gran colección, pero en fin, las circunstancias mundiales a veces terminan de incidir. Pero esto no va a impedir que sigamos contra viento y marea.
A.O: ¿Por qué es importante la creación de un Museo de Arte Popular? ¿Qué asume esta institución como ‘arte popular'?
L.C: Ese punto que mencionas es bien interesante porque a nivel mundial hay una discusión profunda en este momento acerca de qué es arte popular. En Venezuela no tiene mucho tiempo, yo creo que más bien ahorita se está ampliando el espectro de lo que se ha considerado arte popular tradicionalmente. Hay mucha gente que está en contra del nombre de ‘arte popular' porque sienten que colocarle una denominación ya excluye del mundo del arte a estos creadores y que además, es una forma un poco menospreciativa de llamarlo. Para mí la palabra popular no es discriminatoria en lo absoluto, quizás por ese background que tengo; a mí más bien lo popular me interesa más.  Yo creo que la gente que dice que esa palabra no debería ser el nombre el museo porque es excluyente y lo pone en un nivel inferior, pues de entrada ya trae consigo la carga que han impuesto las elites en cuanto a que si es arte popular es un arte menor.
A.O: Es un prejuicio, me parece...
L.C: Es un absoluto prejuicio que el mundo de las elites en general le ha impuesto al término ‘arte popular'. Si tú te dejas meter en ese camino, pues de allí nadie te saca. Aquí también podríamos entrar en una discusión profunda acerca de lo que es arte popular. Para muchos teóricos lo popular es lo que más gusta y en este sentido lo popular puede ser una telenovela, por ejemplo.  Hay muchas discusiones en torno a este tema, y lo importante es que se den, no aceptar un pre-juicio o una denominación per se como si fuera inalterable. Yo creo que debe ser al contrario, deben darse las discusiones y si resulta que en esas discusiones se llega a la conclusión de que el museo no debe llevar el nombre de ‘arte popular' pues perfecto, se modifica y se le pone otro nombre. Es decir, en el mundo las cosas van evolucionando y se van transformando en la medida en que los tiempos y las concepciones cambian.
Es bien interesante este tema porque en este momento, como te decía, hay muchas discusiones con relación a esto, pero también te puedo decir, a partir de lo que yo he estudiado, que cada región tiene distintas formas de enfocar y de llamar al arte popular. Venezuela tiene una forma bien particular de definir lo que considera arte popular. Si, por ejemplo, nos vamos a ciertos países centro-europeos o incluso a Suramérica, ellos llaman a este arte ‘naif', de manera que la expresión artística no tiene que ver tanto con el creador  sino con la obra en sí. Es decir, no importa si el creador es un neurocirujano, siempre y cuando cumpla con determinadas normas técnicas: usar una paleta de colores específica, no usar profundidades ni perspectivas, etcétera. Si tú cumples con esas normas tu obra es ‘naif'. En otros lugares, el arte popular está más ligado a la artesanía, como sucede en México, Perú, Guatemala. En México, dividen un poco lo que es el arte popular de la artesanía porque los artistas populares son los maestros artesanos.
En Venezuela lo que se ha considerado y aceptado como arte popular hasta ahora se refiere a los artistas populares que no son artesanos en su mayoría y que realizan un arte bidimensional; es una arte referido al creador y a un tipo de estética. Dentro de los tallistas puede haber artesanos pero ellos saben diferenciar perfectamente cuando una pieza es para un museo, un salón o una confrontación artística, de cuando es una pieza que se quiere vender en masas. Puedes no haber estudiado arte pero ser un gran artista académico como tenemos muchos ejemplos en el país, ahí está Pájaro o el mismo Reverón. El artista popular no estudia pero no orienta su arte hacia el arte académico.
A.O: ¿Qué les interesa mostrar a los artistas populares?
L.C: Eso es lo interesante. Lo más bonito del arte popular es que tan libre, la persona expresa lo que siente, lo que quiere, lo que quiere hacer saber, pero sin las condiciones que impone el mercado del arte, los curadores o la academia. Los artistas populares no tienen normas para pintar, no trabajan bajo una moda que los esté gobernando, no les preocupa si eso se está vendiendo en el mercado de acuerdo a las modas y tendencias artísticas mundiales. Es decir, ellos hacen lo que desean sin preocuparse acerca de lo que dicen los demás sobre eso. Ellos no necesitan estar complaciendo los gustos de nadie sino sus propias inquietudes y necesidades. Incluso muchos de ellos no muestran nunca sus obras, son creaciones personales. Yo creo que el país que tiene una concepción más parecida a la nuestra en cuanto al concepto de arte popular -y esto es bien curioso-, es Estados Unidos, irónicamente. Ellos también tienen esa concepción del artista con su expresión personal que no es un artesano ni un artista de la moda sino que es gente que no ha estudiado, que no pertenece al mundo de las bellas artes pero se expresa a través de obras de arte. Yo creo, sin embargo, que nosotros estamos aún en la búsqueda, en un período de discusión y creo que el compás debe abrirse más allá de lo bidimensional y las obras tridimensionales que tradicionalmente se han considerado arte popular. Lo bonito del arte popular es que es un arte contemporáneo. Con el internet y la televisión por cable los artistas populares ahora ven cosas que antes no veían porque no tenían los medios. No puedes negar que un artista popular pinte un león en la sabana africana porque simplemente lo está viendo, no puedes negar esa realidad, no se puede encapsular el arte en el tiempo. El arte popular no se puede quedar paralizado en el tiempo, tiene que ir evolucionando. Esa época en la que los artistas populares pintaban sólo angelitos o cuestiones del ámbito religioso, o paisajes bucólicos, campestres, ya no existe. Estamos intentando romper esos paradigmas. No hay nada más actual, moderno y contemporáneo que el arte popular.
A.O: ¿Entonces por qué es importante construir este museo?
L.C: Bueno, primero porque es el museo de los artistas excluidos y menospreciados históricamente. Sin embargo, de vez en cuando ves colecciones que se van introduciendo en el mercado del arte como acaba de pasar con Bárbaro Rivas. Esa colección, que la tiene una empresa privada y la ha estado acumulando y guardando desde hace muchos años, la lanzaron ahorita, la van a meten al mercado del arte y se va a disparar. Yo pienso que el arte popular es un arte paralelo, no es ni mayor ni menor, sólo es distinto. Su origen, su orientación, su estética y sus objetivos  son otros. Es esencial básicamente por la enorme cantidad de artistas populares que existentes en Venezuela, luego, porque es un arte que complementa la historia del arte venezolano, una historia que no le han contado nunca al país justamente porque excluyeron a esos artistas. Además, yo creo que el arte popular es la fuente de la que beben muchas veces los artistas académicos para renovarse, como ha pasado muchas veces no sólo en nuestro país sino en el mundo. Cuando los artistas quieren romper con una línea o con una corriente rígida, a dónde van, a qué fuente, pues al arte popular, al arte que está fuera de las normas establecidas, puro. Yo estoy absolutamente segura de que este museo va a ser una absoluta sorpresa, una revelación importante para el país y que va a ser un museo muy exitoso incluso a nivel mundial.
A.O: Me interesa saber hacia dónde va dirigida la misión y la visión de este proyecto porque tengo entendido que con este museo se dirigen hacia la búsqueda de una construcción sociocultural desde el colectivo. Entonces, cómo piensa trabajar el museo con la comunidad organizada y hacerla partícipe de este proceso de formación, de transformación, de elaboración de conocimientos y saberes...
L.C: Este es un ámbito importante. Fíjate, el período en el que más se estudió este tema y además hubo un boom del arte popular en Venezuela fue en los años 80. Hubo muchos investigadores, se hacían ponencias, se discutía. Luego, el resto del tiempo, no se ha estudiado nada. Tenemos un vacío importante y el museo lo primero que tiene que hacer es llenarlo. El museo tiene, primero, que saber al país, es decir, tiene que investigar estado por estado, pueblo por pueblo y conocer quiénes son los creadores activos, quienes no están trabajando más, qué se está haciendo y qué no. Es un trabajo enorme pero es esencial hacerlo ya. El año pasado hicimos algunas investigaciones al respecto pero este año con los recortes, la inauguración, la sede, el equipo tan reducido que tenemos, en fin, no hemos podido empezar, pero está claro que eso debe hacerse. El movimiento de gente por el país requiere de mucho dinero, significa enviar investigadores a cada estado y que permanezcan allí mucho tiempo, eso amerita, hospedaje, alimentación, transporte, etcétera. Ciertamente, esta investigación tendría un valor no sólo documental o para llenar el vacío informativo existente, sino que tiene como finalidad darle su justo valor al artista desde su propia comunidad. Muchas comunidades sí valoran a sus artistas pero hay otras que no entienden bien lo que sucede y se refieren al artista como ‘el loquito' o como ‘el que hace muñecos', es decir, no entienden muy bien la importancia que éste tiene dentro de su entorno social más íntimo e incluso para el país. Uno de los objetivos fundamentales de esta actividad de visitas por todo el país es que la comunidad donde ese artista vive entienda la importancia y la trascendencia de esta persona. Allí es necesario educar a la comunidad para que entienda la importancia de estos artistas, lo que significan y agradezcan su arte.
Nosotros debemos pensar en el concepto de museo nacional. A mí me parece que este concepto va mucho más allá de lo que tradicionalmente se ha pensado que debe ser un museo nacional y es que tenga colecciones de artistas de todo el país. Se es nacional no sólo porque tengas colecciones de todo el país sino porque debes estar presente en todo el territorio nacional. Tu accionar no es solamente con la comunidad que tiene al lado tu sede -que termina siendo una casualidad, porque la ubicación de los museos no necesariamente está relacionada con su temática-, tu comunidad debe ser el país completo. Entonces no sólo se debe hacer esa búsqueda y reconocimiento de los artistas a nivel nacional, no sólo se debe informar a las comunidades vecinas acerca de la importancia que tiene esa persona para su comunidad y para el país en general, sino también se debe educar al país para que comience a entender, a valorar y se acostumbren a la estética del arte popular. No puede ser que en los textos escolares no haya ni una sola imagen del arte popular. Los niños tienen que verlo, relacionarse con él y la mejor manera de educarte y entender algo es lidiar con eso, recibir información y verlo de forma frecuente. Esa es la labor del museo, el reconocimiento de este arte como algo sumamente importante que además es expresión del país.
Las pautas que propuse cuando se investigó a la familia Rangel en Mérida, el año pasado, estaban relacionadas no sólo con el artista y su trabajo sino también con el artista como ser humano, como hombre y mujer de trabajo, es decir, qué hace esa persona en los momentos en que no crea. Lo interesante del artista popular, además, es que es un artista a pesar de tener todo en contra porque generalmente son artistas de origen económico bajo, con dificultades económicas fuertes y son personas que a pesar de no tener ayudas económicas especiales deben trabajar en otras actividades toda la semana y se dedican noches y fines de semana a desarrollar sus propuestas, a expresar su espíritu, su alma mediante el arte. Es increíble lo que hacen para conseguir los recursos necesarios para trabajar: las maderas, las pinturas, los lienzos... son personas que necesitan expresarse a través de arte. Es conmovedor porque más fácil sería no hacerlo. El museo tiene que realzar ese valor, ese conocimiento y tenemos que lograr que nadie deje de crear por necesidades económicas.
A.O: ¿Cuándo se tiene prevista la inauguración del Museo de Arte Popular?
L.C: La inauguración se ha retrasado, se esperaba que fuera a mediados de este año y parece que no va a ser posible. Será para el 2010, lo cual nos entristece, pero igual no dejaremos de trabajar. El 95% de la colección que tenemos hasta ahora es una colección que adquirimos de Don Mariano Díaz que ha sido uno de los grandes estudiosos del arte popular de manera más práctica que teórica, él realmente ha recorrido el país, ha conocido a muchos artistas, los ha entrevistado... Él empezó como fotógrafo, iba recorriendo el país fotografiando artistas populares. De ahí comenzó su interés por el arte popular, fue adquiriendo piezas, los artistas le fueron dando sus obras y desde ese entonces se convirtió en uno de los grandes conocedores del arte popular. La colección de Don Mariano incluye un aproximado de 1490 piezas, la cual adquirió el Ministerio de la Cultura. Esta colección es muy importante porque muestra la producción de uno de los momentos emblemáticos del arte popular en Venezuela, los años 80. Una de las cosas que más agradezco es que esta colección no se haya perdido en manos privadas. Y claro, entiendo que los artistas tienen que sobrevivir y pues las venden a empresas privadas o a particulares y parte del problema ha sido justamente que el Estado venezolano nunca se había dado a la tarea de adquirir arte popular y la mayoría está en manos privadas... hasta ahora.
A.O: ¿Qué otras colecciones tiene en su haber el museo hasta ahora?
L.C: Tenemos también una colección que nos donó la Asociación Civil del Ministerio de la Cultura adquirida a través de la hija de Manases Rodríguez, un artista muy importante y con una obra maravillosa; un hito dentro del arte venezolano. Su hija tenía algunas piezas, la Asociación adquirió algunas para ayudarla pues estaba en una situación difícil y dicha institución las donó al Museo. Para mí ha resultado muy grato porque lo importante, además de contar con esa colección, es que esas piezas no las perdiera el país. El hecho de que formen parte del Museo de Arte Popular garantiza que generaciones tras generaciones conozcan esta obra; si las adquieren los privados no las vemos más nunca. Esta colección consta de 25 piezas. Luego tenemos otra colección que nos donó el IARTES como de 80 obras de diferentes artistas. En total tenemos casi 2 mil piezas. Es una idea general, no tenemos muy clara la cantidad precisa porque aún estamos en el proceso de registro, debemos buscar piezas que están en Yaracuy.
A.O: Cuéntame de la primera exposición que inauguraron en la sede de la Galería de Arte Nacional llamada La planta insolente del extranjero y que constituyó una mirada al antiimperialismo desde el arte popular.
L.C: Esa fue una experiencia muy bonita. A pesar de la premura con que se organizó esa exposición, los artistas se entregaron por completo a este proyecto. Y eso es lo bonito de los artistas populares que siempre están dispuestos a expresarse partiendo de cualquier tema aunque hasta ahora se les ha encasillado creyendo que hay temas en los que ellos no pueden meterse como que no supieran nada del mundo. Hay menosprecio hacia el artista popular porque se cree que como muchas veces son personas no estudiadas o poco estudiadas, creen que no saben. Es desconocer las capacidades del ser humano así como la realidad informativa del país y el mundo. Ahorita todo el mundo está informado, te llega información por todos lados y realmente no necesitas hacer mucho para saber. La información está a mano de cualquiera. Entonces en el marco de la conmemoración de los 100 años de la lucha antiimperialista de Cipriano Castro se realizó la exposición La planta insolente del extranjero. Mucha gente, te repito, tenía sus dudas sobre el tema y el manejo que podían darle los artistas populares, como diciendo que ellos sólo saben pintar a Simón Bolívar y a vírgenes. Pero la convocatoria fue impresionante en relación con el tiempo en que se hizo todo. Los resultados fueron muy positivos. Fueron tan buenos que en principio había sólo tres premiaciones y al final, a parte de estos tres premios, hicimos 15 menciones especiales. No se puede encasillar a los artistas populares. Parte de nuestros objetivos están dirigidos a recoger todas las expresiones del arte popular sin distinción de temáticas, no deben temer expresarse.
A.O: Está muy en boga hablar de la idea del museo vivo, una concepción distinta de  lo que ha venido siendo la museología tradicional. ¿Cómo asumen esto desde el Museo de Arte Popular?

L.C: Sí, yo pienso que las exposiciones deben abordarse de otra manera. No se pueden seguir abordando de la manera tradicional porque el público se siente excluido y hasta cierto punto desinteresado porque van a ver una cantidad de obras que al final no saben ni de dónde salieron, ni por qué son lo que son. Se convierten en objetos aislados de nuestro contexto. Quizás nuestro caso es distinto al del Museo Nacional de las Culturas, por ejemplo, porque en nuestro caso lo que se expone son obras de arte en sí mismas. En aquel hay otros elementos con los que se puede jugar al momento de montar la exposición como una cesta wayuú, un peñero, qué sé yo, -a pesar de que estos objetos tienen sus consideraciones para ser manipulados-, sin embargo la interacción como público es distinta. De ahí, que parte importante de la educación y que yo considero esencial para la conexión humana es la información que se brinda al público acerca de la pieza, de dónde proviene, quién es el artista, cuál es su entorno cotidiano, cómo vive, qué come, cómo es su contexto familiar, en qué fiestas populares participa, qué música escucha, cuál es el papel de los niños en esa comunidad... Si no cómo tú entiendes a un artista, de dónde te agarras. Tienes que poder ver su casa, su entorno social, geográfico, sus costumbres, sus tradiciones, es mucha información la que se puede ofrecer. Todo esto ayuda mucho al público a entender de otra manera quién es el artista y por qué su obra es como es. Hay una información básica del artista que debe aparecer junto a su obra: su nombre, su fotografía -que la gente le vea la cara-, su biografía, si está vivo, si murió, sería ideal si se le coloca un audio con la propia voz del personaje. La información que se brinda es lo que conecta humanamente a la gente con el artista, lo que produce identificación. No puede ser que eso no suceda con nuestros artistas venezolanos, pero es que no puede haber conexión si no sabes nada del personaje.
Por otra parte, el museo a través de sus exposiciones no debe erigirse como el ente que lo sabe todo, porque no es cierto. El museo no tiene la verdad en las manos. Incluso entre los investigadores surgen dudas, contradicciones y puntos de vista opuestos al momento de presentar una exposición. En todo caso si hay puntos de vista opuestos se deben exponer ambos y que el público decida cuál le interesa más. El museo no debe ponerse en la posición de que posee la verdad absoluta y al final siempre termine ganando la opinión del curador. No debe ser que el curador sea tratado como que fuera Dios caído de las alturas. Esto es lo que hace que el público se conecte, piense, opine, reflexione entorno al artista y su obra.
A.O: Exacto, cómo se va construyendo ese sentido de pertenencia hacia nuestros artistas y hacia sus obras...
L.C: Claro, la idea es lograr identificación con esos artistas que son tan persona como tú. Manases, por ejemplo, era taxista, cualquiera se puede identificar con eso. La historia del artista es lo que te ata, lo que hace que te sientas reconocido en su obra, lo que hace que te veas en sus expresiones. Si no le das eso al público no hay manera de que la gente se apropie y lo asuma como parte de su realidad. No es posible que en los textos escolares no encuentres imágenes de nuestro arte popular, en la Universidad Central de Venezuela en la carrera de Artes ni siquiera mencionan el arte popular, no la encuentras ni como electiva, es decir, no existe, no ha existido. La necesidad de divulgar esto es inmensa. Hay que crear nuevos textos de historia y de arte, crear nexos con el Ministerio de Educación, habrá que visitar las escuelas y que las escuelas vayan también al museo, ambas cosas... tenemos que conectarnos a nivel nacional a través del Ministerio, de las galerías de las Redes de Arte. Hay que incentivar y apoyar la creación de cuanto museo de arte popular surja en el país.
A.O: ¿Hay alguna clasificación dentro de lo que consideran como arte popular? Creo que puede haber confusión en cuanto a los límites, por ejemplo, entre lo que es arte popular, arte urbano, arte masivo...
L.C: Bueno, esa es una de las discusiones que queremos que se generen desde el museo, hay que abrir el ámbito. Hasta ahora lo que se considera arte popular tradicionalmente es lo bidimensional y tridimensional pero hay muchas otras manifestaciones que merecen ser estudiadas y en el caso que lo amerite pues deben ser  catalogadas como arte popular e incluirse en este museo. Eso puede abarcar desde las decoraciones que hacen en los pueblos para las fiestas tradicionales, los grafitis, etcétera, son conceptos que se deben estudiar y ampliar. Pero evidentemente eso requiere de un equipo de investigación, un equipo que organice las discusiones a nivel nacional involucrando incluso a gente de otros países que puedan enriquecer la polémica. Tenemos que tomar en cuenta la evolución y la transformación de las expresiones artísticas.
A.O: ¿Conoces otras experiencias en este sentido?
L.C: El museo de arte popular más nuevo se abrió en Ciudad de México, el MAP, es un museo grande, muy bonito, se diferencia un poco de nuestra concepción como te dije, ya que el arte popular de ellos se refiere más a la artesanía popular. También está un nuevo museo en Nueva York, el Folk Art del que recibo información vía mail y como te comenté tienen una concepción muy parecida a la nuestra. De cualquier forma, dentro del mismo concepto de arte popular hay muchas denominaciones y variaciones, internacionalmente hablando. Muchos hablan del Outsider Art, que se podría traducir como ‘el arte de las afueras' o el arte de los márgenes, de los marginales, quitándole la connotación negativa a marginal. Está el arte de los enfermos mentales, el arte de los escenarios naturales -hay artistas que se expresan a través de esculturas en lugares abiertos, por ejemplo-. Son muchos conceptos, hay que estudiarlos y agruparlos dentro de lo que es ese gran paraguas que se denomina arte popular. Sin embargo, a veces es un tema difícil porque hay muchos ámbitos de la academia que se pelean a determinados artistas y allí empieza el problema con los intereses del mercado del arte. Van Gogh, por ejemplo, era un hombre enfermo, con problemas mentales, él en realidad pertenecía al arte outsider. Entonces a qué te llevaría eso, a que bajo esa gran paradoja él era un artista popular. No hay un gran acuerdo mundial, siempre hay esa discusión con la academia porque cuando a ella le interesa un artista se apropia de él, a pesar de que entre dentro del concepto de arte popular. Quizás será difícil un acuerdo mundial pero al menos intentemos uno nacional. 

 tomado de :
Akaida Libertad Orozco / ENcontrARTE  
quincenario 105 - 16 de Abril de 2009

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